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Aprende a soltar lo que no puedes controlar

En un mundo donde todo parece estar bajo presión —el trabajo, las relaciones, las redes sociales y hasta nuestras propias emociones— es fácil caer en la trampa del control. Queremos manejarlo todo: lo que sentimos, lo que piensan los demás, los resultados, el futuro. Pero como nos recuerda Séneca, uno de los grandes sabios del estoicismo, no se trata de controlar todo, sino de cómo enfrentamos lo que sí está en nuestras manos.


El círculo de influencia vs. el círculo de preocupación

Stephen Covey popularizó este concepto, pero ya los estoicos lo vivían hace siglos: el círculo de preocupación incluye todo aquello que nos afecta pero no podemos controlar (el clima, la opinión ajena, el pasado, las decisiones de otros). En cambio, el círculo de influencia contiene lo que sí depende de nosotros: nuestras acciones, nuestras palabras, nuestras decisiones, cómo respondemos ante lo que ocurre.

Cuando enfocamos nuestra energía en el segundo, ganamos poder real sobre nuestras vidas.


El verdadero poder está en la actitud

¿Te ha pasado que, por más que te esfuerces, las cosas no salen como planeaste? Eso no significa que hayas fallado. Significa que la vida es impredecible, pero tu actitud puede ser constante.

Aceptar lo que no se puede cambiar no es rendirse, es madurar. Y actuar sobre lo que sí puedes cambiar es crecer. Ahí radica el verdadero poder: en tu capacidad de adaptación, en tu inteligencia emocional, en tu calma para elegir conscientemente cómo actuar.


Herramientas prácticas para aplicar esta filosofía

  1. Identifica lo que está bajo tu control. Haz una lista de tus problemas y preocupaciones y clasifícalas: ¿puedes hacer algo al respecto o no?
  2. Desarrolla hábitos de autoobservación. La meditación, el mindfulness o simplemente unos minutos de reflexión diaria pueden ayudarte a ver con más claridad.
  3. Entrena tu respuesta. Frente a una situación difícil, detente, respira y elige cómo responder en vez de reaccionar automáticamente.
  4. Redirige tu energía. Usa esa energía que antes ibas a dedicar a la preocupación en algo útil o creativo. Transfórmala en acción positiva.

Vive con más serenidad y propósito

Cuando haces las paces con lo que no puedes cambiar y te enfocas en lo que sí depende de ti, la vida se vuelve más liviana, más clara y más poderosa. No se trata de pasividad, sino de sabiduría y fortaleza interna.

Como decía Epicteto: “De las cosas, unas dependen de nosotros y otras no. Y la libertad comienza cuando sabemos diferenciarlas.”


Conclusión

«No intentes controlar la tormenta… aprende a bailar bajo la lluvia.»


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